Sobre Zandra

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Poco hay que contar de mi vida. Nací el 4 de octubre de 1957, en la ciudad que está más cerca de las estrellas, Bogotá, mientras los rusos ponían al Sputnik en órbita…soy tan vieja como la era espacial.
También soy la única mujer junto a tres hermanos duendes, por eso, en mi libro, La puerta hechizada, les he hecho un guiño, dedicándoles el libro a los mejores compañeros de infancia. ¿Y qué mejores compañeros que unos duendes traviesos?
Mis padres, Jorge y Libia, hicieron cosas asombrosas para que mi niñez fuera hermosa. Mi padre me regalaba muchos libros y cuentos, en tanto, mi madre, me contaba las historias y los cuentos mejor narrados que he oído jamás.
Cuando terminé 1º de elemental, mi padre, me regaló dos libros que venían personalizados con mi nombre ¡¡Divina sorpresa!!
Como vivo en un cuento de corsarios, brujas, duendes y hadas, pues en momentos mágicos tuve tres niños, como los tres cerditos del bosque, solo que los míos tienen patente de corso, como los mejores piratas del Caribe y le han ganado todas las batallas al lobito, jajajajaja…
El mayor de mis cerditos es un tesoro que me cayó del cielo, en un viaje por la Florida. Un tiempo después, él caminaba por nuestro inmenso cuento, conoció a Blancanieves y se casó con ella, de modo que mi historia ha seguido su ritmo de sorpresas.
Mis dos cerditos mellizos son toda una aventura. Uno de ellos es como un delfín encantado que ha buceado por los siete mares y es un artista muy creativo, se hizo novio de un hada rusa que monta en troica y, en avión, cuando tiene prisa. Un día de julio, a la orilla del viento y en pleno calor se casaron.
El otro mellicito es un Ángel encantador. Escribe y compone con todo su ingenio. Sus pensamientos están llenos de sabiduría. ¡¡Qué genialidad!!
Mis amigas son todas hadas, alguna brujita traviesa hay, eso sí, todas con blanco corazón.
Tengo cuatro sobrinitos. Una de mis sobrinas, Diana Marcela es La Reina Mora, ¡¡Reinísima!! y Beatriz, Condesa de Mazapán, ¡¡Mazapanísima!!.  Uno de mis sobrinos es Federico, sin barba roja ni azul ni nada solo sus inmensos talentos y creatividad y el otro, Nicolás, el grande de mi corazón. 
Lo que no se imaginan es que tengo un nietecito perruno, Aceitunito, me acompaña en mis horas de escritura y chifladez, siempre fiel y amoroso, mi escudero de sueños y aventuras, todo un ¡¡Perro Panza!!. Tal vez me queda pendiente ir a luchar con algún molino de viento, lo he pensado…pero…esos de ahora, tan modernos, me quedan muy altos para vencerlos. Igual salgo a luchar en la avenida de mi casa con alguna farola, jajajaja
No me han faltado hadas madrinas y duendes padrinos, la verdad, he tenido muchos, porque no soy Cenicienta, que solo se gastó un hada. Yo sí voy gastando la magia.
Bueno, mi cuento aún no tiene final. Es un cuento abierto y espero que queden muchas cosas lindas por hacer y por contar…

Han pasado algunos años desde la primera parte de mi cuento y ahora tengo nietos de verdad, no peluditos como Aceituno. Mis cinco nietos, como los dedos de la mano, son la alegría de mi corazón. Han sido campanas al vuelo en mi vida. Daniel y Marcos son mis nietos mayores, mis primeros duendecitos maravillosos que me bordaron el alma de sueños, llenaron mi corazón de ternuras ¡¡como bombones de chocolate!! y, también me hicieron nacer como abuela, por eso mi cumpleaños lo celebro dos veces al año: en septiembre, como abuela y en octubre, como yo.

Un par de años después vino la gran reina de nuestra familia encantada, Lara, que tenía prisa, mucha prisa en llegar y reinar. Tan solo unos meses detrás de la Reina Lara llegó Félix, muy divertido, espontaneo y equilibrista. Félix es un pedazo de algodón de azúcar. El tiempo siguió su marcha y poco más de un año después, vino el quinto niño, Leo, con una sonrisa traviesa, dulce y amable. Es como mi dedito meñique, para mimarlo mucho.

Hace unos pocos meses entró a mi cuento una nieta gatuna, Sia, muy blanca, saltarina, bandida y trapecista, provoca llevarla siempre entre los brazos. Como ven, mi cuento tiene de todo un poco, no hay tiempo ni letras suficientes para contarlo aquí, porque la vida sigue con un soplo de esperanza y muchas alegrías que soñar y vivir a diario.
¡¡Colorín Colorado este cuento no ha acabado!! No, todavía no… seguro que no.
Zandra